La ruta por el norte de Marruecos es posiblemente una de las rutas más espectaculares del Magreb por la enorme belleza de sus ciudades, la hospitalidad de sus gentes y su exquisita gatronomía. En esta ruta de un poco más de una semana podrás disfrutar de las grandes ciudades imperiales, la costa del atlántico y de pueblos de colores mágicos.
Se trata de una ruta circular que empieza y termina en la ciudad de Fez. El recorrido que propongo se hace facilmente en coche de alquiler ya que tiene trayectos asumibles en una jornada con visitas a ciudades de paso. A lo largo de tres posts nos adentraremos fotograficamente en las principales ciudades del norte de Marruecos.
Empezamos en Fez, destino muy sencillo desde España, especialmente desde Madrid, por tener vuelos directos muy baratos con Ryanair. Estaremos en Fez 3 noches para después alquilar allí un coche y subir hasta la costa atlática donde descansaremos en la bella Asilah durante otras tres noches. Durante este trayecto pasaremos por la ciudad imperial de Meknés. Desde Asilah visitaremos un día Tánger. Posteriormente iremos hacia el este, hacia Chefchauoen, para disfrutar del pueblo azul por otras tres noches. De vuelta, bajaremos hacia Fez haciendo parada en el espectacular mausoleo de Mulay Idris para pasar nuestra última noche en en la ciudad imperial.
Fez
Arrancamos nuestro viaje en la capital del Islam en Marruecos y una de las ciudades imperiales de la ruta. En su interior se esconde el zoco, la zona peatonal más grande del mundo y declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1981. Un laberinto de calles y mercados que despierta los cinco sentidos donde el olor a especias y los gritos de los vendedores reinan entre pequeñas calles de apenas dos metros de ancho.
El zoco Fez el-bali está cercado por una gran muralla a la que se puede acceder por distintas puertas; la más imponente es Bab Bou Jeloud. Atrevesando esta puerta y una concurrida plaza se llega a las calles más céntricas de la medina. A la izquierda, Talaa Kebira (Gran Cuesta) y a la derecha, Talaa Seghira (pequeña cuesta). Si se sigue la primera, se atraviesa el siempre concurrido mercado de carne y verduras donde las principales «atracciones» son las cabezas de camellos colgadas en los mostradores y los pollos encerrados en jaulas listos para ser sacrificados en el momento; es habitual ver compradores tocando los pollos para comprobar su calidad. A lo largo de Talaa Seguira hay diferentes restaurantes para degustar los platos típicos marroquies, especialmente la Pastela.
Una de las zonas más asombrosas de la medina es la Curtidería Chouwara, todo un desafio para el olfato. Un colorido paisaje en el que se puede ver cómo se trata la piel de camello, cordero, buey y cabra. No se puede acceder a su interior ya que solo esta permitido el acceso a trabajores de la curtideria pero se puede observar desde las alturas de cualquiera de las tiendas de piel que la rodean. LLegar a la curtidería puede llegar a ser dificil ya que la medina es un gran laberinto de callejuelas y aunque te orientes muy bien, en algún momento te sentiras perdido y es aqui donde entran en juego los captadores. En las calles adyacentes se encuentran vendedores de las tiendas que bordean la curtidería y te llevan «gratis» a observar desde su tienda. La costumbre es quedarte a que los vendedores te enseñen sus artículos y si algo te interesa de verdad, cómprarlo, pero no tienes que sentirte en la obligación de comprar, es un ritual que ellos hacen a diario para conseguir clientes, nadie se va a ofender por no comprar pero dejar al menos una pequeña propina al captor sí puede ser un buen símbolo de gratitud.
La curtidería está repleta de cubetas de diferntes colores y materiales. En algunas se trabaja la piel y en otros se tiñe. Las cubas blancas contienen cal y excrementos de paloma. En esta cubeta se dejan durante unos días para posteriormente limpiar la piel y pasarla a las cubetas de tintes naturales. Posteriormente se suben a las terrazas para secarlas. Es una cita ineludible en la visita a Fez y una vez visto el duro trabajo de los artesanos, se aprende a valorar más los innumerables artículos de piel que se venden en la medina.
Con el olor en la ropa, toca salir de las curtiderias para seguir la visita por el interior del zoco. Desafortunadamente, como en el resto de Marruecos, no se puede entrar a ninguna mezquita si no eres musulman practicante, pero no está de más visitarlas aunque sea desde la puerta para observar el trasiego de fieles.
La Mezquita Karaouine, aunque parezca mentira, está dentro de los muros, es imposible verla si no te subes a alguna terraza interior o desde los montes próximos. Para localizarla, hay que callejear bastante en busca de los muros de la mezquita hasta encontrar la puerta.
Tras la efímera visita a la puerta de la mezquita, buscamos el mausoleo de Mulay Idris, también prohibido a los no musulmanes. Una visita también a su puerta es bastante interesante. Sabrás que te acercas al conocido como «distrito sagrado» cuando atravieses los antiguos maderos que prohibían la entrada a cristianos, judios y burros.
En la actualidad se puede entrar al distrito sin problemas, Según avanzas los artículos típicos de venta del zoco se van conviertiendo en cosas para la veneración del que fue rey de Marruecos y actual patrón de Fez. Este mausoleo es el más visitado de Marruecos y se puede vislumbrar desde el monte Borj Nord por su característica cúpula piramidal.
Siguiendo la visita por la zona religiosa, hay dirigirse hacia una de las madrazas más bonitas y mejor conservadas de Marruecos. La madraza de Attarine fue una de las principales escuelas coránicas de la ciudad y debe su nombre al zoco Attarine, donde se venden todo tipo de especias y perfumes. Se accede al típico patio de las escuelas flanqueado en los laterales por las ricas arcadas donde tenían lugar las clases y al fondo, se encuentra una cúpula de madera de cedro con abundante ornamentación en el que se puede ver el Mihrab orientado hacia la Meca. La decoración es exquisita, los muros están cubiertos de suras esculpidas en la madera o en el yeso y preciosos mosaicos sobre los que están escritas algunas frases del Corán en una elegante caligrafía decorativa. El mármol preside en las columnas y en la fuente. Destaca sobre el resto de las madrazas de la ciudad por su elegancia y armonía.
En la calle Talaa Kebira se encuentra la madraza Bou Inania, más austera que Attarine pero al contrario que ésta, aún en activo. Está permitida la entrada a los no musulmanes. Sobre todo destacan las paredes talladas a mano con gran precisioón sobre madera y estuco e infinidad de azulejos formando preciosos mosaicos. El tejado y la torre están forrados de innumerables azulejos verdes, característica principal de la madraza.
Una vez acabada la ruta por la zona religiosa, buscamos la plaza Seffarine en busca de los artesanos de los calderos. Se encuentra entre el zoco de curtidores y el de tintoreros. Sabrás que te estás acercando cuando empieces a escuchar hombres golpeando el metal, aunque si te acercas a primera hora de la tarde puede que estén tomándose un merecido descanso.
La siguiente parada será la judería y el palacio real de Fez, pero antes subiremos a alguna de las terrazas para observar los tejados del zoco con los minaretes sobresaliendo. A lo largo de la medina hay innumerables posibilidades.
La «Mellah» es una de las zonas más antiguas de Fez y el antiguo barrio en el que vivían y regentaban negocios de metales preciosos los judios. En la actualidad los habitantes del barrio se han dispersado por el resto de la medina propiciando que también haya judíos en otras zonas de la ciudad. Lo mejor es pasear por sus pequeñas calles en busca de la Sinagoga, por lo que fueron antiguas tiendas de telas y por la principal via comercial, la Rue Mellah. Uno de los detalles más diferenciadores entre esta zona y la medina musulmanes son los edificios. La Mellah esta gobernada por construcciones con terrazas al exterior y enrejados de hierro forjado, sin embargo las construcciones musulmanas tienen las terrazas a los patios interiores.
Muy cerca de la Mellah se encuentra el cementerio judio, no tiene mucho atractivo salvo ver la casas por detrás. Es un remanso de paz con alguna que otra sombra de árboles y bancos para descansar del bullicio de la ciudad.
Siguiendo por la Rue Mellah se llega al majestuoso Palacio Real. No se puede visitar y hay que conformarse con llegar hasta sus puertas pero merece mucho la pena acercarse para apreciar su brillo y grandeza.
Después de esta buena camitana recorriendo completamente a pie las medinas Fez el-Bali y Fez el-Jdid entre tiendas, burros y motos, toca coger un petit taxi para volver a la puerta Bab Bou Jeloud o subir a ver el atardecer al Borj Nord. Las vistas desde esta montaña son impresionantes; se puede ver todo el complejo peatonal del zoco e imaginar lo pequeño que eres alli dentro. Es desde aqui cuando realmente tomas conciencia de la grandeza de Fez el-Bali. El monte es un lugar al que no solo acuden los turistas ávidos de encontrar paz, tambien los fasís suben a diario antes de la llamada a la oración para descansar y pasear por la montaña con una de las mejores vistas de Marruecos.
Con esta sonrisa nos despedimos del día para dar paso a la noche y buscar un restaurante donde degustar una deliciosa Pastela y posteriormente descansar el nuestro Riad Dar Nejma. El Riad situado en una callejuela un poco oscura pero muy segura, está en un privilegiado sitio muy cerca de la calle Tala Seguira. El riad está regentado por un matrimonio encantador con unas habitaciones muy acogedoras. Disponen solo de 3 habitaciones con una gran sala de estar y dormitorio en un piso superior. El desayuno, típico marroquí, se sirve en el patio central del riad. Un lugar incomparable para pasar un gran fin de semana.
En el siguiente post seguiremos la ruta por las ciudades del norte de Marruecos, visitando Meknés, Asilah y Tanger.
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