Dejamos atrás la costa atlántica para adentrarnos dirección este hacia las montañas de Rif. En sus limites, antes de adentrarnos en los campos de cannabis de Ketama y surgiendo entre laderas se encuentra la colorida Chefchaouen. Después de nuestra visita a la ciudad azul bajaremos hacia el sur para hacer nuestra última visita, la ciudad sagrada de Mulay Idris.
Si salimos desde Asilah, para llegar a Chaouen tenemos que recorrer unos 177 km que traducido en horas son unas 3 horas, por diferentes autopistas y carreteras de montaña. Estas carreteras son una delicia para los amantes del volante. Debemos tomar la A1 dirección norte hacia Tánger y pasada media hora, veremos el desvío que nos lleva a Ceuta tomando la A4. Sin despistarnos demasiado y unos 20 minutos después, la autopista se cruza con la N2 dirección Tetuán. Desde aquí ya son dos horas y cuarto de carretera nacional hasta el desvio de Chaouen. No es necesario entrar en Tetuán, la carretera N1 sigue dirección sur.
Chefchauen
Chaouen es un gusto para los sentidos. El color azul de las paredes y el olor a especias se mezclan con ráfagas de cannabis y de platos típicos marroquíes que emanan de los deliciosos resturantes. La Medina de Chaouen está amurallada y tiene seis puertas de acceso. Su interior es impecable, limpio y sin vehículos circulando. Sus estrechas y laberínticas calles albergan casas de estilo andalusí, pintadas de blanco y azul añil, con remates ocres en sus tejados.
Para aparcar cerca de la medina hay que subir con el coche hasta el límite marcado por una barrera. A mano derecha está la Plaza del Mazjen; aquí se encuentra el Hotel Parador y un parking. Este parking, aunque el cuidador es del hotel, es público por lo que puedes aparcar. Se paga siempre a la recogida del vehículo.
Durante nuestra estancia de tres noches decidimos hospedarnos en dos hoteles diferentes, el primero muy cercano a la Plaza de Outa el Hammam, el punto neurálgico de la ciudad. El Hotel Koutoubia es un pequeño y acogedor lugar regentado por un matrimonio marroquí. El trato es exquisito y si tú visita coincide con un viernes, la propietaria sorprende a sus huespedes con un Cuscús que te quita el hipo. Lo sirven en su terraza, con unas vistas increibles del pueblo, zona común de los viajeros, un lugar ideal para desconectar y hablar con otros visitantes.
El desayuno, típico marroquí, también se sirve en la terraza. La habitaciones son pequeñas pero limpias y muy acogedoras, todas ellas con vistas a alguna zona de Chaouen. Un hotel que te invita al descanso.
La visita la empezamos cerca del hotel, antes de subir callejuelas arriba para deslumbrarnos con las casas azules. La Kasbah de Chaouen preside la estampa junto a la Mezquita Kebir, la plaza de Outa y el Hammam. Es el lugar con más movimiento de la ciudad. Aquí confluyen la vida de los chaunís y desembocan las principales calles de la ciudad. La Gran Mezquita o Kebir fue la primera de Chaouen y es particular por su minarete octogonal y tres niveles de decoración.
Con una importante cantidad de restaruates y cafés, los «captadores» intentarán convencerte de que el mejor sitio para comer es su local. No te dejes guiar por los primeros que te encuentres ya que suelen ser mucho más caros que el resto.
Después de un «té moro» y antes de subir calle arriba, vamos hacia la derecha en dirección a la puerta Bab Onsar. Atravesaremos el barrio «Rif al Andalous« por la calle Ibn Asskar hasta el cruce con la avenida Hassan I. En esta calle podemos disfrutar de la mezquita Onsar, además de numerosas tiendas de ropa y artesanía. Al salir por la puerta Bab Onsar podremos ver los lavaderos y el espectacular manantial Ras el Maa con cascadas y piscinas naturales. Las mujeres aprovechan el salto de agua en éste idílico paraje para lavar la ropa y las alfombras .
A la izquierda del lavadero sale un camino hacia el lugar con mejores vistas de la medina. Una travesía cuesta arriba que nos lleva a la Mezquita del Buzafar o mezquita española. El trayecto es comodo y rápido, en unos 20 minutos desde el lavadero estaras disfrutando de las vistas. La mezquita fue construido por fondos españoles para la gente local.
Una vez descansado de la travesía cuesta arriba, toca bajar y perderse por las callejuelas en busca de nuevas plazas, calles o mezquitas.
Subiendo hacia arriba llegamos a la Plaza El Hauta, protagonizada por las típicas fuentes que pueblan Chaouen. Alrededor de la plaza hay numerosos bares y restuarantes.
Los hornos de pan o «hornos farrán» han sido muy importantes dentro de la vida de los chaunís. Típicos de los barrios de Chaouen, sirven para cocer el pan y pasteles que se preparaban en las casas. Los trabajos eran organizados por un maestro (Maalem) que controlaba el mantenimiento y la temperatura de cocción. Llegaron a existir unos 15 hornos en Chaouen pero en la actualidad se están perdiendo por falta de restauración.
Seguimos subiendo callejuelas entre casas, mezquitas y tiendas hasta lo más alto del pueblo para degustar de la vista al atardecer del pueblo completo. Poco a poco el blanco se tiñe de naranjas hasta que el sol desaparece y el pueblo se vuelve azul. La luz de las farolas, las originales del pueblo, ilumina zonas puntuales de las calles dejando otras en penumbra. Aunque los tonos se confundan, la noche tiene tambien un encanto especial en Chauen.
Iluminados con la luz de la luna y de los faroles vamos bajando por las calles azules viendo como los comerciantes empiezan a guardar el genero en las tiendas a modo de puzzle. Llegamos de nuevo a la plaza de Outa el Hammam en busca de un restaurante para deleitarnos con la gastronomia de Chauen. Según te acercas a la plaza empiezan a proliferar los restaurantes con captadores por todas las calles. Sin dejarte embaucar, busca el que más te interese. Siempre hay algún restaurante oculto con mejor comida que el más grande con muchos captadores.
Al día siguiente toca un poco más de relax. Cambiamos de hotel para disfrutar de uno de los pocos hoteles de Chauen que tienen piscina climatizada interior y Hamman. El Lina Ryad & Spa está situado en lo alto de la medina, muy cerca de la plaza. Las vistas desde sus amplias y acogedoras habitaciones son espectaculares. Es ideal para una escapada Zen. Solo tiene un par de pegas, el hotel no está muy señalado y puede ser complicado encontrarlo y la piscina debe reservarse con antelación. Esto último depende de lo que vayas buscando, si quieres absoluta relajación y disfrutar de la piscina en soledad es ideal.
Después de disfrutar del baño relajante, nos vamos a la zona baja de la ciudad. Esta zona es la Mellah o judería. Con respecto a la arquitectura de las casas nada cambia, por lo que no tendrás la sensación de estar cambiando de barrio musulmán a judio. Era el asentamiento utilizado por los judios expulsados de España.
La noche se nos echa encima y las últimas horas para pasear por Chauen se evaporan. Esta vez la cena la hacemos de bocadillo y en un bar a pie de calle. Una solución barata y rápida si quieres probar la gastronomía callejera de Chauen.
Al día siguiente nos toca una buena jornada de carretera para volver a Fez. Nos planificamos el viaje para comer en Mulay Idrís, el pueblo «sagrado» para los musulmanes marroquies.
La ruta es muy sencilla. Sales de Chauen carretera abajo hasta la N2, en el cruce giras a la izquierda y unos metros después sale el desvío para la N13. Hay que seguir por esta carretera unos 170 kilómetros hasta llegar a Mulay Idrís. Durante el trayecto se pasa por varios pueblos y por el desvio de Volubilis, una antigua ciudad romana y uno de los mejores yacimientos de esa época del norte de Africa.
Mulay Idrís
Mulay Idrís es una especie de Meca para los marroquies musulmanes. Una ciudad santa que hasta mediados del siglo XX estuvo cerrada a los no musulmanes y que hoy se puede visitar sin ningún problema. Solamente está prohibido el acceso al Mausoleo de Mulay Idrís, pero sus calles se pueden recorrer con total libertad. Lo más interesante es buscar los lugares privilegiados para disfrutar de la vista del mausoleo y del pueblo. Mulay Idrís se alza sobre una roca por lo que para disfrutarla en su máximo explendor, hay que buscar las terrazas con vistas en lo más alto del pueblo.
La entrada a esta pequeña villa es muy sencilla. La carretera termina en la Plaza de Mulay Idrís I, al fondo de la fotografía anterior. Como en todos los pueblos, está prohibido el trafico por lo que hay que dejar el coche en un aparcamiento publico. Según llegas, hay uno donde el cuidador te coloca el coche y le dejas las llaves para moverlo si es necesario.
A lo largo de esta calle te encuentras con los principales restaurantes de la ciudad en los que se puedes degustar los Tajines de diferentes sabores que cocinan en la misma calle. Puedes hacer selección de restuarantes dependiendo de lo apetecibles que veas los platos ya que los precios son muy similares y la calidad también. No es el lugar ideal para comer un perfecto Tajine, pero lo puedes disfrutar tranquilamente en sus terrazas disfrutando de la vida en la calle, algo que en la mayoría de las ciudades marroquies es un espectáculo en sí mismo.
Con el estomago lleno, nos acercamos a la puerta del mausoleo de Mulay Idris I.Está totalmente prohibido acceder a la Zaouia a los no musulmanes pero merece la pena acercarse unos minutos para ver el continuo trasiego de gente. Idriss I fue el fundador de la dinastía Idrísida y bisnieto de Mahoma. Su mausoleo es lugar de peregrinación para los musulmanes marroquies. Según los guías locales, si un musulmán no tienes suficiente dinero para el peregrinaje a la Meca en Arabia Saudí, puede a cambio visitar cinco veces este edificio santo durante el musem o festival religioso de la ciudad.
El mausoleo divide la ciudad en dos laderas de roca cubiertas de casas y callejuelas. El lado más cercano a la Zaouia, mirando a mano derecha, no tiene mucho interés, salvo callejear por casas. Con suerte puedes encontrar algun hilandero recogiendo hilo por las callejuelas.
Después de callejear un rato por esta zona, volvemos a bajar a la plaza para buscar las dos terrazas por la que se puede ver el pueblo y el mausoleo desde arriba. Hay varios accesos a esta zona, uno al principio de la calle principal pegada a la plaza y otra desde el inicio del pueblo. Nos dirigimos a este último, ya que antes de subir a las terrazas buscaremos el único minarete circular de todo Marruecos. NNo hay nada más interesante en esa mezquita. Está decorado con teselas de marmol verde y blanco formando escritura decorativa con pasajes del Corán.
Como en todas las ciudades de Marruecos, los lugares de visita no están muy bien señalizados. Según inicias la subida en busca de las terrazas te asaltarán, sobretodo niños, para ofrecerte un tour por la ciudad. Si accedes tendrás un recorrido completo por unos 50dh. A pesar de las escasas indicaciones, realmente encontrar las terrazas panorámicas es muy sencillo, solamente tienes que subir escaleras arriba por la calle más principal y cuando estés arriba empezar a buscar en la ladera de la montaña. Hay dos terrazas, con vistas similares, la petit terrase (pequeña terraza) es la primera que te encontrarás y la grande terrase (gran terraza) arriba del todo.
Desde la gran terraza se puede ver perfectamente el tamaño de la Zaouia y como ésta divide en dos la ciudad formando a algo parecido a dos jorobas de camello con el mausoleo en medio.
Después de la visita a la ciudad santa volvemos a la carretera N13 dirección Meknés y continuamos por la carretera que nos trajo a Mulay Idrís. Bordeamos la ciudad imperial hasta la salida de la A2 dirección Fez para pasar en un hotel de la zona moderna nuestra última noche antes de coger el avón de Ryanair de vuelta hacia Madrid.
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