Tailandia es el imperio de los sentidos, rememorando la maravillosa película erótica de Nagisa Oshima. Un viaje entre templos, incienso, especias, prostitución, alcohol y drogas.
Ya sea de alto o bajo presupuesto, viaje relajante o fiestero, viajero cultural o de noche, todo lo puedes encontrar en Tailandia.
Un país que se ha adaptado a cualquier tipo de viajero con zonas para mochileros y hoteles de 5 estrellas.
El día que decidí viajar a Tailandia me puse a navegar por la web en busca de información para realizar el viaje por mi cuenta. Tenía un presupuesto ajustado y los días contados por lo que tuve que descartar ciertas atracciones que suelen estar dentro de los típicos tours de 15 días por el país.
Es un destino realmente fácil para gestionar por tu cuenta ya que el país cuenta con una red de transportes escasa pero eficaz que une los principales centros turísticos.
Esa libertad de ir por tu cuenta se paga con traslados largos para llegar a aeropuertos y perdiendo mucho tiempo en pensar como realizarlos para no perder los vuelos, sobre todo en Bangkok donde, quizás, salga mejor contratar un transfer que coger el sky train que te deja en el centro.
Como en la red hay innumerables webs que te orientan en el viaje, este post lo voy a dedicar principalmente a mostrar con mis fotografías lo que para mí fue lo más destacable de mi viaje y los principales problemas a los que me enfrenté.
Mi ruta fue la siguiente: Bangkok 4 días, Chiang Mai 2 días y Koh Lanta 5 días.
El viaje lo inicié en Madrid volando con Emirates en su flamante Aibus A380 en horario nocturno y haciendo escala en Dubai, llegando a Bangkok a las 18:00h. Los vuelos con Emirates son sencillamente fabulosos. Desde el habitáculo hasta el centro multimedia con contenido en castellano pasando por el trato exquisito de su tripulación, hacen que el vuelo se haga un poco más corto.
La conexión en Dubai es fácil pero no se puede perder demasiado tiempo. La aerolínea planifica perfectamente todos los vuelos para que la conexión no sea excesiva pero deja el tiempo justo como para atravesar el aeropuerto y pasar varios controles de seguridad sin entretenerse. Es mejor no relajarse al bajar del avión porque el control al que eres sometido es concienzudo y después hay que cruzar totalmente el aeropuerto teniendo que coger un metro en medio hasta llegar a la puerta de embarque.
Bangkok
Mi ruta fue la siguiente: Bangkok 4 días, Chiang Mai 2 días y Koh Lanta 5 días.
El viaje lo inicié en Madrid volando con Emirates en su flamante Aibus A380 en horario nocturno y haciendo escala en Dubai, llegando a Bangkok a las 18:00h. Los vuelos con Emirates son sencillamente fabulosos. Desde el habitáculo hasta el centro multimedia con contenido en castellano pasando por el trato exquisito de su tripulación, hacen que el vuelo se haga un poco más corto.
La conexión en Dubai es fácil pero no se puede perder demasiado tiempo. La aerolínea planifica perfectamente todos los vuelos para que la conexión no sea excesiva pero deja el tiempo justo como para atravesar el aeropuerto y pasar varios controles de seguridad sin entretenerse. Es mejor no relajarse al bajar del avión porque el control al que eres sometido es concienzudo y después hay que cruzar totalmente el aeropuerto teniendo que coger un metro en medio hasta llegar a la puerta de embarque.
El sky train y el metro no cubren la totalidad de la ciudad por lo que tendrás que coger un taxi para moverte fuera del centro. Aunque parezca que las distancias entre dos puntos son relativamente medias o pequeñas, no es así. En Bangkok todas las distancias son largas. Al contrario que en otros países donde los tuc-tuc son un medio muy barato para moverse, en Bangkok y en general en toda Tailandia son excesivamente caros. Es preferible moverse en taxi, sobre todo si la distancia a recorrer es larga.
Existen varias compañías de taxis, todas son legales y con taxímetro. Las más comunes los amarillos, verdes y fucsias. Exige antes de entrar que pongan el taxímetro, y si no lo pone, educadamente y con una sonrisa, sal del coche en busca de otro taxi.
Que ponga el taxímetro no garantiza que no vayan a cobrarte de más, y te preguntaras ¿cómo? Muy sencillo la mitad de los taxistas o no saben donde están las calles o no quieren saberlo por lo que te pueden tener dando vueltas alrededor de la ciudad sin saber exactamente donde estás. Evidentemente según vayas conociendo las calles y los lugares, podrás empezar a negociar o indicar por donde te deben llevar, sobre todo si es a algún hotel algo apartado de los centros turísticos.
GRAN PALACIO y WAT PAR KAEW
La primera parada es una obligada visita al complejo del gran Palacio Real. El acceso cuesta 500 bath, unos 12€ y se debe vestir con pantalones por debajo de las rodillas y camiseta de manga corta. Si no dispones de esta ropa en la entrada te la prestan.
Durante toda la mañana hordas de gente entran a ver el recinto, la masificación es habitual y los grupos de chinos y coreanos llenan cada esquina del palacio.
El complejo lo forman muchos templos y palacios donde destacan el Palacio Real y el Templo del Buda de Esmeralda, en tailandés Wat Par Kaew
El inicio de la visita se realiza por el amplio complejo del Wat Par Kaew formado por un gran conjunto de edificios sagrados como la estupa dorada, el panteón real y una réplica de Angkor Wat. Estos edificios están custodiados por enormes estatuas de guerreros de más de 5 metros.
Porque no solo hay que buscar edificios y tan importante es el patrimonio intangible como el cultural, paseando por los alrededores se pueden ver budistas de muchas nacionalidades rezando en los templos que todavía están destinados para ello.
El templo con más relevancia es Ubosoth o sala de ordenación. Se encuentra en el centro del recinto y aquí descansa el Buda de Esmeralda. Este templo es el más sagrado de Tailandia y hasta él acuden visitantes de todo el sudeste asiático y China.
Como en todos los templos budistas hay que descalzarse. Recuerda que cuando te sientes, debes poner los pies para atrás; nunca en ningún templo los pies pueden orientarse hacia Buda ya que es considerado una enorme falta de respeto.
Su interior no es espectacular y el buda es una figura pequeña pero lo más impactante es el ambiente que se respira, un silencio sepulcral que solo se rompe por alguna plegaria.
Salimos del recinto del Buda de Esmeralda para visitar la fachada del espectacular Palacio Real.
Wat pho, Templo de Buda Reclinado
A 500 metros del palacio se encuentra el Templo Wat pho. Lo más importante del es el enorme buda reclinado que ocupa la totalidad del interior, 46 metros de largo y 15 de alto. Es impresionante verlo encajonado como si le faltará el aire para respirar, pero su gesto de serenidad relaja el ambiente recargado de incienso y de fieles.
La entrada cuesta 100 bath (unos 2,30€) e incluye una botella de agua fría que se recoge enfrente del templo.
Según entras hay una pequeña figura que representa al buda tumbado sobre la higuera donde alcanzó la iluminación. Sobre esta escultura los fieles veneran al buda con una guirnalda de flores, incienso y hojas de pan de oro que pegan sobre la figura.
Es impresionante ver, ya desde fuera, la devoción que tienen los budistas por esta figura.
Como en todos los templos, te debes descalzar para entrar. Se debe visitar de forma circular y durante el primer tramo se ve el buda de frente. Al entrar lo primero que ves es la cara sosegada del buda; impresiona ver la figura recluida como en una jaula entre pilares decorados con colores vivos.
Los 50 metros de largo del buda tienen unos detalles impresionantes. El pan de oro reluce sobre la iluminación tenue del templo. En cada esquina hay fieles rezando.
A la vuelta verás a mano derecha una hilera con 108 vasijas en la que los fieles depositan una moneda en cada una de ellas. El 108 es para los budistas y para muchas religiones asiáticas un número sagrado. Según la creencia, depositar cada moneda da suerte y prosperidad. Las monedas se adquieren allí mismo y ayudan a sufragar el mantenimiento del templo.
Una vez terminado la visita al Buda Reclinado, debes visitar el resto del complejo, las conocidas como las 9 maravillas de Wat pho, El complejo Phra Maha Chedi Si Rajakarn está formado por 4 estupas de 42 metros de altura decoradas con maravillosos mosaicos de colores. El lugar está repleto de lastres chinos, esculturas de piedra, escupidas como soldados, que fueron utilizados como lastres en embarcaciones chinas.
El complejo es enorme y durante el paseo por sus jardines y templitos se puede disfrutar de escrituras sagradas budistas, figuras de deidades y estudiantes meditando en cada rincón.
El Phra Ubusot es una gran sala de ceremonias, el principal edificio de rezo para los monjes. Se encuentra al oeste del complejo y los laterales tienen pasillos con numerosos budas traídos de Ayutthaya, antigua capital. En el recinto hay casi 1000 budas de diferentes formas y materiales.
Una vez terminamos, salimos del complejo por donde hemos entrado para ver el atardecer en el templo del amanecer o Wat Arun.
Si quieres ver Wat Pho sin gente puedes esperar a la noche. Nosotros fuimos después de visitar Wat Arun y estaba abierto y vacío de turistas. Además, al pasar el horario de apertura no había nadie controlando por lo que pudimos entrar gratis. Esta situación también la vivimos en Chiang Mai en los principales templos. La conclusión a la que llegamos fue que el horario estándar de los tours internacionales y de la mayoría de los turistas se limita a las horas de apertura del templo siendo principalmente por la mañana o a primera hora de la tarde. La noche se deja para los tailandeses que quieran ir al templo en su tiempo libre. Sin duda fue el momento en el que más disfrutamos del templo por la absoluta tranquilidad que reinaba.
Muy cerca de la salida de Wat Pho a mano izquierda está el río Chao Phraya, es la principal vía fluvial de Bangkok y un sitio ideal para descansar del caos de la ciudad. Se puede navegar por el río de diferentes maneras y presupuestos, desde en un barco público hasta en carísimos cruceros.
Nuestra opción fue utilizar el barco público para atravesar el río para ir a War Arun. Los barcos salen del muelle Tha Tien Pier (Nº8) y por 3 baht te cruzan a la otra orilla.
Durante el trayecto se puede disfrutar de unas excepcionales vistas del Sky line de Bangkok y del templo de Wat Arun.
Wat Arun o Templo del Amanecer
El templo es de visita obligada y los 50 baht de la entrada merecen la pena. Su silueta es prácticamente una imagen nacional. Durante un corto periodo, bajo el mandato del general Taksín, este templo fue Palacio Real. Se le apoda localmente “del amanecer” o Wat Chaeng porque el general lo vio por primera vez a esa hora del día y decidió tenerlo como residencia. Mandó trasladar desde el Palacio Real el Buda de Esmeralda a Wat Arun. Esta situación duro poco ya que su sucesor Rama I devolvió la capitalidad a la otra orilla del rio.
La arquitectura del templo es de estilo Jemer recordando mucho a Angkor Wat en Camboya. La decoración se realizó con conchas marinas y trozos de porcelana. Se puede subir hasta el primer nivel de la pagoda donde se disfruta de una maravillosa vista del Bangkok antiguo.
El complejo tiene varios templos que visitar y una zona ajardinada muy agradable para descansar del ascenso a la pagoda.
Se recomienda visitarlo al amanecer o al atardecer que es cuando más bonito se ve. Nosotros lo visitamos de tarde y nos guardamos el ocaso y la noche para degustar un precioso atardecer desde una de las terrazas que pueblan la orilla contraria al templo.
Actualmente el templo está en obras y no luce sus mejores galas pero si la meteorología te otorga un buen atardecer y coges un buen hueco en algún restaurante, podrás disfrutar de la mejor vista de Bangkok.
Y como no solo de templos vive un turista en Bangkok, cenar en los puestos callejeros de Chinatown es un imprescindible de la ciudad. La vida en este barrio es frenética, todo ocurre entorno a la calle principal, los puestos ocupan los laterales de la avenida y las aceras de las pequeñas calles que desembocan.
El barrio chino sigue manteniendo el espíritu callejero y parece que dejó pasar de largo la modernidad para mantener su idiosincrasia. Otros barrios, sin embargo, se apuntaron al carro perdiendo completamente su identidad, como Kao san road, un paupérrimo espectáculo vendido a turistas que más tarde analizaremos.
En Chinatown los tuk-tuk se agolpan en las aceras y las parrillas empiezan a colocarse mientras las tiendas venden artículos de vida cotidiana a los tailandeses. Los amantes de los mercados asiáticos pasearan fascinados.
El encanto de Chinatown se reinventa según avanzan las agujas del reloj. Por la mañana y la tarde toda la atención rota sobre el mercado de Sampeng y sus alrededores. Esta estrecha calle de apenas 2 metros de anchura vende todo tipo de artículos, principalmente al por mayor. Esta calle cruza como una arteria de lado a lado el barrio chino. Las baratijas se mezclan con el incienso y el olor a comida.
Según avanza la tarde los comercios empiezan a cerrar sus puerta mientras los puestos de comida callejera empiezan a mostrar su principales platos y el carbón de las parrillas empiezan a arder.
Pinchos de pollo, Dim sum gigantes, Pad thai, pescados, moluscos e insectos…todo un manto colorido de comida empieza a invadir los pocos huecos de los laterales de las calles. Es una delicia para el olfato y para el gusto.
Dentro de Chinatown al final de la calle Charoen Krung Road está otra de las visitas imprescindibles de Bangkok. El templo Wat Tramit o el Templo del Buda de Oro.
El templo luce fantásticamente por fuera, pero lo más impresionante es el Buda de Oro de su interior. 5,5 toneladas de oro macizo y una altura de 3 metros, la mayor del mundo.
La historia de esta escultura es, cuanto menos, curiosa. En 1930 se empezaron a arreglar las orillas del río Chao Pharaya cerca de Chinatown. Allí se encontraba un templo abandonado que había que destruir. En su interior se encontraba un Buda de estuco dorado en malas condiciones. Según el budismo, no se debe destruir ninguna figura de Buda por lo que lo trasladaron la escultura a Wat Tramit, una pagoda sin importancia en mitad del barrio chino. El templo no tenía la altura suficiente y estuvo 20 años al aire libre.
A mitad del siglo XX se empezó a construir un nuevo templo. Fue entonces cuando los monjes decidieron mover la figura al interior.
Era la época de lluvia y al tratar de mover esta gran escultura utilizaron una grúa que lamentablemente cedió por el peso y el Buda cayó al suelo. Según las creencias populares, la caída del Buda traería mala suerte a los presentes y los monjes la dejaron tirada. Esa noche se recuerda por una gran tormenta que terminó inundando la ciudad. Cuando las aguas se fueron de las calles, el monje superior empezó a limpiar la escultura percatándose de que el estuco estaba un poco agrietado. Entre sus grietas se podía observar un material brillante que finalmente resultó ser oro. Se cree que esta estatua procedente de la antigua capital Ayutthaya, fue escondida tras el yeso para evitar que los birmanos que asediaron la ciudad la robaran. Estuvo “perdida” durante unos 200 años.
La noche cae sobre el barrio chino y los neones de la principal calle, Yaowarad Road vuelven de rojas y violetas las fachadas de los edificios. Mientras, pequeñas bombillas dejan entrever las caras de los cocineros de los puestos callejeros.
Dentro de un aparente caos, todas las paradas callejeras se colocan ordenadamente en cada acera de la calle exponiendo el género a cocinar. Sin esconder sus métodos culinarios, se puede observar como realizan con mimo cada plato como si de un restaurante con estrella Michelin se tratara. Una delicia para el paladar poder pasear entre pescados, brochetas de pollo o sopa de aleta de tiburón. Un buffet gigante donde probar un poco de todo es casi obligatorio para el turista ávido de degustar las delicias más autenticas.
En apariencia parece que cada chiringuito se coloca donde le viene bien, pero rápidamente ves que todo está muy ordenado. Muchas personas esperan en grandes colas a lo largo de la calle en varios puestos, lo que quiere decir que también entre paradas hay diferencia de calidad y de genero.
En la calle principal ningún puesto callejero tiene para sentarse y disfrutar tranquilamente de una cena, solamente los restaurantes tienen mesas en su interior. Esa no es la filosofía de Chinatown, el continuo movimiento del barrio hace querer andar de parada en parada. Los precios son tan bajos que invitan a repetir o probar cosas nuevas cambiando de sabores entre cerveza y cerveza.
Los pocos chiringuitos con algo para sentarse están en las bocacalles que bajan hacia Yaowarad Road. Aunque tampoco son terrazas como las conocemos occidentalmente, son una suerte de zona de reunión en la que puedes compartir plato y cerveza con otros tailandeses.
No hay esquina que no disponga de parrilla, olla o sartén haciendo Pad Thai. Los coches circulan sorteando tuk tuks y motos y tratando de no llevarse las sillas por delante.
Los puestos además de servir comida son parte del espectáculo, algo digno de ser nombrado Patrimonio Intangible de la humanidad como la plaza Djemma en Fna de Marrakech.
Wat Saket y el Monte Dorado
Por la mañana temprano nos acercamos al templo Wat Saket y al cercano Monte Dorado o Phu Khao Thong.
Hay que ir temprano porque los 318 escalones que hay que subir hasta llegar al templo se pueden hacer difíciles si se andan bajo el sol ardiente de Bangkok.
Para iniciar el ascenso encontramos un pequeño templo con un gran Buda dorado y un gran Gong, que hay que tocar tres veces antes de encarar la subida.
El camino está lleno de estatuas, pagodas, vegetación y alguna que otra pequeña cascada. A mitad de subida se pueden disfrutar de unas increíbles vistas de Bangkok. Es sin duda uno de los sitios más espectaculares para ver el Sky line de la ciudad. Arriba está el Chedi, el templo que alberga según dicen, los dientes de Buda.
Afortunadamente los turistas no lo visitan mucho y es habitual ver acudir a centenares de budistas diariamente para ofrendar y rezar.
Llevan siempre tres barras de incienso que es con lo que le rezan a Buda. Una barra para mostrarle respeto, otra a sus enseñanzas y la tercera para sus primeros discípulos. La forma de rezar es con las manos entrelazadas sujetando las barras de incienso debajo de la cara.
A la vez que rezan también ponen una vela que simboliza la vida, una vida limitada y que se consume rápidamente. Para acabar, al igual que en Wat Pho, le ponen un papel de oro en la figura del Buda.
Al otro lado del templo, una pequeña escalera sube hacia la terraza. Las vistas son impresionantes. En primer término están los templos y barrios de las zonas antiguas y al fondo los rascacielos del barrio financiero.
Aunque las vistas son impresionantes lo que más llama la atención es el tamaño de la Estupa dorada. La Estupa es la representación de Buda, la mente despierta o conciencia despierta. Rezar alrededor de ella en sentido de las agujas del reloj potencia la eliminación de la negatividad. Para eliminarla y sembrar energía positiva, debes pedir para los demás, nunca para ti mismo. Lo normal es dar tres vueltas y llevar contigo algún tipo de ofrenda.
Saliendo del recinto del Monte Dorado a escasos 100 metros de la puerta, se accede al templo Wat Saket. Un remanso de tranquilidad en el que casi no se ve ningún turista.
Wat Suthat
Una de las cosas que más me gustaron de Bangkok fue tener la suerte de ver la ordenación de un sacerdote en Wat Suthat, un templo de extrema belleza al que llegan pocos turistas, aunque se sitúa relativamente cerca del Palacio Real.
Su precio son 20 Bath y lo forman un complejo con un edificio principal que se construyó en torno al enorme Buda de bronce del siglo XIV que llegó desde Sukhothai.
Es considerado “templo real de primera clase”, actualmente hay muy pocos con este estatus en Tailandia. Es un templo budista pero guarda vínculos con el hinduismo.
En el interior destaca sobre todo la estatua del Buda Phra Si Sakyamuni, con 8 metros de bronce. A los pies del Gran Buda se encuentran las cenizas de Rama VIII.
En Bangkok hay muchos Budas, a cual mejor y más impresionante pero lo que diferencia este templo con respeto a los demás son sus murales. Son los más bellos y mejor conservados, junto a los del Gran Palacio, de toda Tailandia. Los de Wat Suthat representan escenas de la vida de Buda.
La ordenación de un sacerdote posiblemente es una de las ceremonias más espirituales a las que se pueden acudir en un templo Budista. Un festejo donde se reúne toda la familia.
Al nuevo sacerdote se le regalan objetos de la vida cotidiana que le ayudarán durante su aislamiento premeditado.
Kao San Road y Nana Plaza
Para el final dejo dos visitas a dos barrios típicos de Bangkok. Los dos son ejemplos de espectáculos lamentables del turismo mal llevado en un país vendido completamente a lo que el turista quiere.
Por un lado está el barrio de mochileros llamado Kao San Road. Una calle donde se concentra todo lo casposo y rancio del típico turismo de borrachera. Repleto de alemanes, británicos y americanos, es un esperpento en sí mismo. Aquí, se mezclan los puestos callejeros, la cerveza barata y las baratijas para regalar.
Según avanzas por la calle te encuentras los relaciones públicas de los garitos que te intentan convencer de tomarte una cerveza en su bar o darte un masaje a un precio irrisorio. Vendedores de todo tipo de drogas deambulan por la calle entre sonidos discotequeros pasados de moda y guiris con latas del 7eleven en las manos.
Muy lejos de Kao San Road, como a 20 minutos en taxi, o en la parada de metro de Nana se encuentra Nana Plaza. Quizás el barrio con mayor concentración de prostitución del mundo. La plaza se encuentra en Sukhumvit Soi 4, aunque en los alrededores siempre se encuentran bares con espectáculos muy sórdidos.
Según llegas a las calles adyacentes, ya te vas encontrando con travestis ofreciendo espectáculo sexual y barra libre de todo tipo de bebidas.
Si os decideis a ir no dudéis en entrar a unos de los bares de la planta superior de Nana Plaza, en todos ellos tienes a las chicas bailando sobre un pedestal y con las típicas barras metálicas. Algunas con más o menos ropa intentando seducir a los hombres que están tomando una cerveza observando el “género”.
El proceso de “cortejo” es muy singular, las chicas bailan mirando a los chicos y soltando besos. Según el tiempo que lleven encima de la barra se van quitando la parte de arriba para mostrar sus pechos. Cuando un hombre quiere a una chica, la llama con sutileza y se toman algo juntos en su sitio. La chica aprovecha para “calentar” al hombre antes de llevarlo a la parte de atrás para practicar sexo. Se puede entrar perfectamente con tu pareja si lo único que quieres es tomarte una cerveza o una copa.
Una cosa que me llamó la atención es lo jóvenes que son las chicas, la gran mayoría seguramente menores de 16 años. Es un patético espectáculo alimentado por la gran mayoría de hombres que vienen a Tailandia de turismo sexual.
También es muy habitual ver a las kathoeys, aparentemente dulces chicas que parecen chicas sacadas de películas manga, que son realmente travestis.
Masajes
Para lo último he dejado una de las experiencias que se debe vivir obligatoriamente en Tailandia. Los masajes, los de verdad, no los de Kao San Road o los que te venden final feliz. Son un auténtico gusto al cuerpo.
Hay números sitios donde poder disfrutar de uno de ellos sin sufrir consecuencias que quizás no busques.
El Health and Spa cerca de la parada de metro Sukhumvit, es uno de los mejores sitios para darte un masaje. El trato es impecable.
Es un antiguo hotel donde puedes darte cualquier tratamiento a buen precio. Las habitaciones son minimalistas, limpias y muy bien cuidadas.
El típico es el masaje tradicional tailandés de 2 horas cuesta 550 baht, unos 15 euros. Evidentemente es más caro que en otros sitios pero por la calidad en un masaje merece la pena el extra. Habitualmente el resto de centros suelen dar 1hora o 1 hora y media, así que la diferencia está también en el tiempo.
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